
El Alzheimer es más que una condición que afecta la memoria; es un desafío emocional y físico tanto para las personas que lo padecen como para sus familiares. Normalmente, cuando hablamos de "mantener la memoria", nos enfocamos en ejercicios mentales o juegos, lo cual es importante, pero existen otros caminos, quizás no tan obvios, que pueden aportar.
La Memoria Como Legado Emocional
La memoria se relaciona con los diferentes sentidos, y cada una de ellas se basa en cómo esos sentidos capturan los recuerdos.
Memoria Olfativa: Está relacionada con la capacidad de recordar y reconocer aromas.
Memoria Auditiva: Relacionada con los sonidos y la música, es la capacidad de reconocer voces y sonidos.
Memoria Visual: Es la capacidad de recordar imágenes y escenas.
Memoria Gustativa: Está relacionada con la capacidad de reconocer diferentes sabores.
Los momentos de afecto crean una conexión emocional más profunda, por lo que es necesario tener en cuenta qué memorias están más presentes para ellos y, a partir de esto, realizar terapias personalizadas.
Ejemplo Práctico: Aromaterapia Personalizada
Crear un aroma que evoque momentos importantes en la vida de la persona, como fragancias que le recuerden su hogar o su comida favorita. Estos aromas pueden activar vínculos significativos.
Crear un Banco de Historias
Antes de que los signos progresen, podemos encargarnos de acumular una riqueza de historias: crear un archivo, ya sea en grabaciones de voz, álbumes de fotos o videos familiares. Esto no solo conservará la memoria en un sentido tradicional, sino que permitirá que la persona con Alzheimer se reconecte en diferentes momentos. No es necesario empezar con algo grande; paso a paso, comienza teniendo conversaciones casuales o graba con tu celular cómo celebra una fecha especial.
Espacios simbólicos
El entorno en el que vivimos guarda muchas memorias. Por eso, es importante rediseñar los espacios, y tener a la vista cuadros enmarcados es una manera de conectar a la persona con su identidad. Los objetos que rodean a las personas pueden ser significativos y reactivar memorias, como una joya que haya pasado por muchas generaciones o muebles con historia. Este tipo de objetos no solo son simbólicos, sino que también pueden dar pie a conversaciones y reconexiones.
Conexión a través de la naturaleza
El contacto con la naturaleza tiene efectos positivos que van más allá de lo físico. Una caminata por una zona verde y natural puede evocar recuerdos de infancia: de dónde vivía la persona mayor, de juegos y momentos de la niñez. Incluir la naturaleza en la vida diaria puede traer impactos emocionales positivos.
Diarios sensoriales
Convencer a una persona mayor de llevar un diario puede ser un desafío, ya que es posible que tiendan a olvidarse de él. Por eso, es importante recordarle cada día. Esto no solo estimulará su mente, sino que también le ayudará a fijarse en los detalles pequeños y ejercitar su cerebro, ralentizando el progreso de la enfermedad.
¿Cómo hacerlo? Muy sencillo. Pídele a la persona mayor que, en un cuaderno, anote lo que percibe durante el día: qué olores siente, qué personas ve o qué sonidos escucha. No tiene que ser extenso; incluso una anotación breve o un simple dibujo pueden ser suficientes para ayudar a mantener la memoria viva.
Aprender Algo Nuevo
Aprender algo nuevo regularmente es un excelente consejo para mantener la memoria activa. Puede ser un nuevo idioma o una habilidad manual. Desafiar al cerebro con nuevas experiencias genera conexiones neuronales y mejora la memoria.
Mantener la memoria viva no solo se trata de recordar el pasado, sino de estimular continuamente el cerebro con actividades ya conocidas y nuevas experiencias. Cuando generamos nuevos hábitos y aprendemos constantemente, fortalecemos la mente y preservamos su agudeza a lo largo del tiempo.
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